Desarrollo, empleos y convivencia vecinal
Miguel Valera
He seguido con particular atención la controversia que se ha generado entre particulares por un desarrollo habitacional en una zona de Los Berros, conocida antiguamente como “La Playita” o “La ciénega”, en donde muchos xalapeños vivieron días felices de recreación en una alberca que ahí se encontraba. El predio, que originalmente era de unos 25 mil metros cuadrados, se fue vendiendo y los capitalinos, con todo el derecho que les correspondía, construyeron ahí residencias y edificios. Nadie les dijo nada.
Sin embargo, ahora que la dueña del último reducto de ese predio, con 4 mil 200 metros cuadrados, los cuales adquirió hace 30 años, pretende construir un complejo habitacional con 32 departamentos y 14 casas, los vecinos han iniciado un movimiento de oposición, poniendo de alguna manera contra las cuerdas a las autoridades municipales, que tienen que mediar entre el legítimo derecho de un particular y las inquietudes o protestas de otros.
He escuchado con atención las voces de algunos vecinos quejosos, la de la propietaria del inmueble y de alguna manera la de la autoridad municipal. Para la alicaída economía capitalina, una inversión de 60 millones de pesos y la generación de 250 empleos directos e indirectos representa una bocanada de aire fresco. Junto a eso, el proyecto “Berros Eco Residencial” que promueven la propietaria y la empresa xalapeña Código Construcciones representa una oportunidad para atender el déficit de vivienda en esta ciudad.
Vecino de la zona, Magno Garcimarrero Ochoa, sin duda un personaje icónico de la ciudad, me ha dicho que le preocupa el tema de la movilidad, de la distribución de agua en una ciudad con estiajes cada vez más severos y del saneamiento. Me lo dijo con su tradicional estilo jocoso y escatológico: “A mí no me afectaría mucho que hagan ahí unos ‘rascacielitos’chaparritos, pero sí me afectaría a la hora de que el vecino se siente en el excusado, porque dónde va a mandar su cacota, la van a tener que echar al río, de este lado y van a tener que tapar el río y van a tener que hacer obra hidráulica para poder recibir y a dónde va a ir todo eso, pues a la Laguna de Las Ánimas”.
Tiene razón don Magno, pero ese tema, según ha comentado la empresa, ya está resuelto, porque han realizado todos los estudios y las proyecciones, contando con una pléyade de permisos legales tanto de autoridades federales, estatales y municipales. En torno al tema del agua, por ejemplo, señalan los empresarios, que ya cuentan con la autorización de factibilidades que otorga la Comisión Municipal del Agua en la capital y que incluso donarán el vital líquido de un manantial que se encuentra en el predio.
Este asunto no es menor. La dueña del terreno y la empresa involucrada han estado abiertos al diálogo y han mostrado, como en caja de cristal, todas sus cartas e intereses. Los vecinos, reitero, muchos de los cuales construyeron de manera irregular, se oponen aguerridamente, siguiendo el viejo adagio de “hágase la ley en los bueyes de mi compadre”, porque finalmente, ‘haiga sido como haiga sido’ ellos ya viven ahí en la comodidad de sus residencias.
En un recorrido realizado por la zona y en consultas con especialistas en desarrollo urbano, pudeconstatar que una gran cantidad de viviendas de la zona fueron construidas con irregularidades. Por ejemplo, algunos vecinos invaden la vía pública; otros no cuentan con áreas verdes dentro de sus lotes como lo marca el Reglamento de Desarrollo urbano.Además, las densidades construidas son altas de hasta cinco niveles multifamiliares en el 100 por ciento de los lotes. Y así muchos otros detalles.
Estamos seguros que esta controversia se resolverá con diálogo y acuerdos. En Xalapa urgen inversiones, empleos, dinero fresco. Los vecinos tienen que ser escuchados y también escuchar, pensando en aquella vieja parábola de la viga en el ojo ajeno.
Nos vemos los jueves