Siendo justos sí hay que reconocerle al gobierno actual no solo la sanidad de las finanzas públicas, cuyo reconocimiento internacional y nacional es un hecho, sino también la política de rescatar y hacer funcionar obras prioritarias que los gobiernos de Fidel, Duarte y Yunes Linares, dejaron en el abandono y además con serios problemas legales.
Obras de salud y educación pagadas sin terminar y sin cumplir con las especificaciones técnicas de contrato en las que tanto los diputados locales, el ORFIS, las contralorías internas y la Contraloría general, fueron omisas de su obligación legal.
Que a Zenyazen Escobar se le escurrieran lágrimas de impotencia en un acto público es un signo no de debilidad, sino de vergüenza ajena de platicar ante los alumnos de la Universidad Politécnica de Huatusco acerca de la atrocidad y corrupción a la que se ha tenido que enfrentar durante su gestión, para poder emparejar la oferta educativa en el Estado.
Platicar en vivo y frente a los alumnos que hoy cuentan con un edificio de estudios digno y moderno y proyectar las imágenes de cómo se recibió ese edificio en obra negra y en el abandono da coraje, no puede ser distinto, sobre todo después de que durante años los alumnos del Tecnológico de Huatusco pasaron penumbras y carencias estudiando en lugares improvisados y sin los elementos y equipos necesarios, sobre todo cuando se dispuso ilegalmente de los recursos autorizados para la construcción de su edificio.
Pero la corrupción de gobiernos anteriores no solo se vio en Huatusco, otras instituciones tecnológicas de nivel superior ubicadas en Chicontepec, Martínez de la Torre, Álamo y Jesús Carranza, y la Universidad Politécnica de Huatusco, fueron rescatadas del abandono por el gobierno de Cuitláhuac García y Zenyazen Escobar.
La inversión millonaria que se ha realizado en educación es inversión que no se ve al ojo precario, pero que los cientos de miles de alumnos de más de 25 instituciones de Educación Tecnológica si reconocen, pues cuentan con mejores herramientas para su preparación profesional.
La educación es y seguirá siendo la mejor inversión… por eso, las lágrimas de Zenyazen están más que justificadas.
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