Empezó en mayo de 2021, fui como cada año con el doctor Castan, quien luego del estudio me dijo que tenía un par de quistes Birrads 3, es decir una lesión probablemente benigna, que regresara a los 3 meses para monitorear; aquí les diré que mi madre, tiene por costumbre minimizar cualquier enfermedad y cuando le conté, me dijo que era una cosa sin importancia, que todo el mundo tenía en algún momento de su vida lesiones en los senos, así que yo tranquila y tropical.
Volví a hacerme el estudio a los 3 meses y el radiólogo me dijo que el quiste, había disminuido su tamaño y que eso le daba tranquilidad, ahí fue donde caí en la cuenta: ¡Ah! ¿Es qué hay motivo para estar intranquilo? Y el doctor me dijo que sí, que había que seguir monitoreando.
Volví a consulta 6 meses después, la lesión había evolucionado a Birrads 4 A, había que extirparlo, al principio no le dije a nadie y pensé en solucionarlo sola, seguro sería algo muy fácil, sacar el tumor, que por cierto era muy pequeño; y olvidar el asunto ¡Sí como no!
No me habría yo planteado otra situación, hasta que el ginecólogo me dijo que lo mejor sería ir a CDMX, porque aquí en Xalapa, no había ningún oncólogo capaz, que su amigo el doctor Fulanito de Tal, luego de consultarme en CDMX, vendría a Xalapa a operarme, porque era el mejor y además a un super precio.
Justo ahí me dió el patatús ¿Qué clase de tumor tengo? Que aquí en Xalapa no hay quién me opere; admito que ya en ese punto, estaba yo asustadísima y opté por decirle a mi madre, además de consultarlo con mis primos, que son médicos.
Mi prima la doctora Lenz, me canalizó con el doctor Cantú, que es subdirector de investigación del INCAN, quien me dijo que el mejor médico, es el que está cerca de tu casa, que nada tenía yo que ir a hacer a CDMX, que aquí en Veracruz, había médicos capacitados y que la intervención que me harían, no era para nada complicada, el alma me volvió al cuerpo.
Mi primo el doctor Roldán, me recomendó al doctor Guzmán, quien tenía yo noticia, que había operado a una compañera de trabajo, pedí cita y esperé a ser recibida, el día de la consulta fui sola, en un estado entre eufórico y aterrorizado; seguro el doctor pensó que el quiste de mi seno derecho, era lo de menos, en comparación de mi estado de salud mental.
El doctor Guzmán super profesional, luego de revisar mis estudios, me explicó el procedimiento, que resultó ser mucho menos complicado, me dio la orden para los preoperatorios y me dijo: cuando estés lista, me avisas y ponemos fecha.
El 30 de junio al medio día, llegué con el doctor Castán a la Torre JV, para el marcaje, es decir con una aguja marcaron el sitio exacto, donde harían la incisión, de ahí con una aguja clavada en el pecho (Si no me tiro al piso yo quien) me llevaron al hospital Ángeles, esperé en la habitación para entrar al quirófano, me puse la bata y de ahí rumbo al quirófano en la camilla.
Desperté de la anestesia y supe que ya había pasado todo, triste mi caso, la realidad es que aún no pasaba todo, venía lo peor, que es la espera de los resultados de patología.
La operación si bien no es agradable, se lleva muy bien, no hubo dolor, ni cuando me quitaron los tubos para drenar, no hubo puntos que quitar, ya que ahora se absorben, no hubo dietas extrañas, ni medicamentos con reacciones secundarias, lo que si hubo fueron 10 días de espera, en los cuales tuve tiempo de conocer todos y cada uno de los estados del terror a la enfermedad.
Pasé por los peores días de mi vida, pensando en que pasaría de resultar maligno el tumor y todos los posibles escenarios, fueron días de mucho estrés, mucho miedo y mucha inseguridad, como nada es eterno y al tiempo nada lo detiene, el momento llegó y fui por los resultados, que no entendí por supuesto, pero que mi madre ella experta en todo, los leyó y me dijo no es cáncer.
Y efectivamente no fue cáncer, no entendí que cosa era, pero ya estaba fuera de mi cuerpo y lo único que restaba era pagarle a todo el equipo médico y agradecer la fortuna de estar sana, quedó el susto y la cicatriz, que pensé en borrar con cremas y ungüentos, pero que me sirve para recordarme, que no fui parte de la estadística, esa estadística que nos dice que el cáncer de seno, es la segunda causa de muerte de la mujer en el estado de Veracruz.
El día que me dijeron que mi tumor fue benigno, en la sala de espera del oncólogo, antes de que me recibiera, puse atención a todas las mujeres que salieron antes que yo, con cara de profunda tristeza, fueron 4 mujeres que hoy mientras escribo esto, estarán lidiando con la enfermedad.
Hoy a posta del Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Seno, quise compartir lo que viví, para que a ninguna otra mujer le pase, para hacerles saber a todas, que un diagnóstico temprano, puede hacer toda la diferencia y que invertir en una mastografía no es un gasto, es prevención.
Así que hijitas mías, luego de cumplir los 40 años, en vez de fumar, gasten su dinerito en su mastografía anual y seguramente llevarán una mejor vida.
Legisladores queridos, así como voltearon a ver el aborto seguro y gratuito, legislen también en favor de las mujeres y su derecho a una vida libre de cáncer.
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