El ariete ha roto las defensas de la administración pasada y el barco está haciendo agua en la Secretaría de Educación de Veracruz. 

Luego de que en la reciente comparecencia en el Congreso de la Auditora General del ORFIS, Delia González Cobos, se diera a conocer que en la gestión de Zenyazen Escobar García se otorgaron más de 200 contratos a empresas de reciente creación (lo que genera la sospecha de ser empresas fantasma), se han desatado las furias y se soltaron los demonios. 

Zenyazen Escobar se deslindó y aventó la bolita a la ex oficial Mayor, Ariadna Selene Aguilar Amaya. Y como si estuviéramos en el juego de la papa caliente, Ariadna ha dicho que a ella la esculquen, que ni la debe ni la teme. 

Sin embargo, la cloaca se ha abierto alguien tendrá que explicar, porque no se pueden dar 200 contratos de esa naturaleza sin que nadie sepa nada. 

Sabido es que son los titulares de despacho o los jefes administrativos los que palomean a los contratistas, sobre todo si las adjudicaciones son directas o invitación a cuando menos tres. Ha sido práctica común y seguirá siéndolo. De esas verdades de perogrullo no nos podemos abstraer. 

Que a algún funcionario se le cuelen uno, dos, o tres contratos de este tipo, va, al mejor cazador se le va una liebre. ¿Pero 200? 

Lo que Ariadna Aguilar Amaya no ha dicho es cómo no se dio cuenta de lo que estaba pasando, a menos que estuviera en esa posición precisamente para dejar hacer y dejar pasar, para facilitarle la vida a alguien y no necesariamente a Zenyazen, pues de así haber sido, hoy se estarían autotapando en lugar de estarse señalando en público. 

Alguien muy muy pesado debe estar detrás de todos esos contratos, o cuando menos el manto de protección era muy grande para que Ariadna Selene se hubiera quedado hasta el final de la administración sin pasar recibo de lo que en la dependencia sucedía. 

Será ahora labor del ORFIS emitir el veredicto, pero el caso es que sí se haya contratado a empresas sin cumplir los requisitos de ley, habrá más que uno o dos responsables, a menos que doña Delia haya lanzado solo fuegos artificiales en el Congreso; puros cohetes sin pólvora. 

A muchos exfuncionarios les podría caer la voladora y tocarles un cachito de culpa, incluyendo a la exoficial mayor y al extitular, ya que ante la ley no valen los deslindes mediáticos, pues hay deberes legales que se debieron cumplir y si no se hicieron a cabalidad deberá haber castigos en la proporción de sus responsabilidades.

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