Miguel Ángel Vega García, ex contralor de la SEDESOL en los tiempos de Rosario Robles, y ahora ex Director General de Transparencia, Anticorrupción y Función Pública en la Contraloría General del Estado, ahora se sabe, salió por la puerta trasera del gobierno de la 4T.
Quien se había empoderado como el hombre fuerte en la Contraloría y a quien le duró el reinado casi tres años, al parecer no quiso diferenciar su labor pública y sus negocios personales.
Durante la conferencia de prensa de este lunes, al Gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, se le cuestionó por la reciente salida de Miguel Ángel Vega García. Y es que en días pasados se publicaron en medios de comunicación comentarios que relacionaban a Vega García en extrañas relaciones personales con compañeras de trabajo… cosa que, ahora se comprueba, no tuvo nada de sustento o cuando menos no fue lo que motivó su salida.
El propio Cuitláhuac García Jiménez aclaró que a Vega García se le perdió la confianza por lo se vio obligado a presentar su renuncia “voluntaria”, al detectársele que por dentro de la Contraloría llevaba los procesos de investigación, substanciación y de sanción administrativa… y por fuera tenía su negocio particular con el que le vendía asesoría a los mismos investigados.
¡Vaya negocio redondo tenía Miguel Ángel Vega García!
La Contralora General del Estado, Mercedes Santoyo Domínguez, demoró casi dos años en poder quitárselo de encima, pero finalmente lo logró.
Así que después de estas declaraciones de Cuitláhuac García Jiménez, muy difícilmente se volverá a ver a Vega García en algún otro puesto de primer nivel en el gobierno de la 4T de Veracruz, pues después de su intempestiva salida hubo quienes incluso lo visualizaban aterrizando como titular de otras dependencias y señalaban que era protegido del Secretario de Gobierno e incluso del propio Gobernador.
Y pues ya se vio que no, y que lo que aquí en Política al Día Express se publicó en su momento sobre la renuncia del hombre fuerte de la Contraloría, se quedó corto, pues Vega García hacía buenos negocios sospechosos (por decir lo menos) al amparo de la aureola de honesto con la que se autoseñalaba.
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