*Demostraron el tamaño de su miedo
*Winckler, carnicero de ayer
Por Omar Zúñiga
Este fin de semana, el último de julio, el partido Morena llevó a cabo la elección de delegados regionales que elegirían a su vez a presidentes estatales, entre ellos Veracruz.
Contrario a lo que pudiera pensarse, la elección interna fue un cochinero, con la participación en abierto de autoridades estatales (como el caso del acarreo en abierto de personal de la Sefiplan desde el viernes en la noche, que fueron concentrados en el Parque Juárez de Xalapa) o el caso de las municipales, como la alcaldesa de Minatitlán Carmen Medel, que también era candidata a delegada y no reparó en hacer uso de al fuerza pública municipal para arrear a madrazos a quienes no la apoyaban (a ella y su causa).
Resulta que la diputada local por ese distrito Jessica Ramírez Cisneros, simpatizante en abierto de otro candidato, protestó igualmente en abierto y en vivo, porque la gente de Carmen Medel impidió el acceso a escrutadores que no eran de los suyos, estaban preparando el tamal, pues si algo nos han mostrado y demostrado varios morenistas es que ellos sí son puercos y trompudos.
En fin que se hizo la melé y a Jessica Ramírez le cayeron a palos y fue llevada con todo y chivas, detenida a la cárcel municipal.
En menudo lío se metió la autoridad minatitleca, pues cualquier persona en su sano juicio y con un centímetro de frente sabe que los diputados aún conservan su fuero constitucional, que fue creado precisamente luego de que el senador chiapaneco Belisario Domínguez (auténtico mártir de la libertad de expresión) fuera asesinado por el traidor Victoriano Huerta, por decirle sus verdades en tribuna y haber contribuido a su derrocamiento (de nada).
Es decir, que el fuero que hoy gozan los legisladores (y etcéteras) no es para que se pasen de alcoholes y mienten madres a policías, o violen a menores de edad en hoteles, no. Sirve precisamente para evitar situaciones como la que sufrió la diputada minatitleca por mayoría relativa Jessica Ramírez Cisneros, de evitar ser detenida por decir lo que piensa y defender sus derechos y por supuesto, la autoridad que viole este derecho constitucional es acreedora al castigo respectivo.
Aunque dicen los que ahí estuvieron, que toda esta acción, concertada en varios municipios, es del tamaño del miedo que tienen a un personaje que sí es veracruzano. ¡Órale!
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Por más que uno quiera abstraerse del tema, nomás no hay ni cómo ayudarles… y es que resulta que hoy más que nunca cobra vigencia, la sabiduría popular que reza “los carniceros de hoy serán las reses de mañana”, pues el tristemente célebre depuesto fiscal Jorge Winckler, hoy preso en Pacho Viejo, sujeto al auto de vinculación a proceso , con un año de prisión preventiva oficiosa y cinco meses de investigación complementaria, por los delitos de desaparición forzada y privación ilegal de la libertad en su modalidad de secuestro.
Desde su detención, quienes lo informaron antes que nadie fueron los mismos “reporteros” consentidos de Winckler, por lo que de entrada la versión carecía de sustento, sin embargo se confirmó horas después y se concretó la máxima de Jesús ante San Pedro.
Por otro lado, el chaparrito exfiscal de Veracruz clama por que las audiencias sean públicas (como marca la ley, pues el sistema penal acusatorio que rige a nivel nacional, precisamente promueve como uno de sus pilares, el principio de publicidad, es decir, que los juicios deben ser públicos, tal cual), sin embargo, la amnesia se apodera de los carniceros de ayer, que giraron sus amables órdenes par que a todos los detenidos del régimen duartista se les hiciera la vida de cuadritos en prisión (y que quede claro que no los defiendo, si la hicieron que la paguen), y en sus audiencias evitar a toda costa que entrara la gente, incluso familiares consanguíneos de los imputados, violando la ley a todas luces.
Pues bien, hoy convertidos en reses, pregonan el imperio de la justicia y exigen lo que ellos mismos, como autoridad, negaron y por eso están hoy en la cárcel, por sus excesos, por haberse creído que el poder dura para siempre y que sus actos delincuenciales no tendrían consecuencias.
Y así, la historia nos enseña que quien no aprende de ella, está condenado… a repetirla
¡Qué barbaridad!
deprimera.mano2020@gmail.com